Quizás nos cueste visualizarlo, pero cuando tiramos un papel, una botella o una colilla al suelo, en realidad estamos contribuyendo a la basura marina. Y es que la mayor parte de los residuos que van a parar a nuestros mares y océanos provienen de tierra adentro. Lo bueno es que la naturaleza nos da una segunda oportunidad, devolviendo parte de esa basura a la costa y permitiéndonos enmendar nuestro error.
Es lo que han tratado de hacer los 14.206 voluntarios que, con la ayuda de la Fundación Ecomar, la Asociación Chelonia y la Liga para a Protecção da Natureza en Portugal, entre otras entidades, han trabajado durante los últimos tres años en 170 limpiezas de playas y otros entornos acuáticos, así como colaborando en la conservación de 22 reservas marinas y otras áreas protegidas de España y Portugal.
Lo han hecho en el marco de las tres ediciones del proyecto Mares Circulares de Coca‑Cola en España. Iniciado en 2018, tiene como uno de sus ejes principales la limpieza de nuestras costas, mares y otros entornos acuáticos.
En 2020, por las restricciones impuestas por el coronavirus, los miles de voluntarios y las entidades participantes no pudieron realizar las 80 limpiezas previstas. No obstante, en cuanto sea posible, se reanudarán estas actividades. En este sentido, se ha ampliado la consecución de este objetivo a finales de 2021.
Además de la limpieza de los arenales, cada año la Asociación Chelonia se encarga de realizar tareas de monitorización en las playas. A pesar de la situación excepcional provocada por la pandemia, en 2020 se lograron llevar a cabo 174 monitorizaciones en playas y otros entornos acuáticos de España y Portugal, un 109% de las 160 previstas.
Estas monitorizaciones se hacen recogiendo primero los datos de los objetos mayores de 50 centímetros y después con un análisis más fino, registrando elementos pequeños. “En esta segunda monitorización detallamos hasta el número de colillas que encontramos”, apunta el presidente de Chelonia, Manuel Merchán.
Una vez realizada la monitorización completa (de la que se sacarán datos relevantes para realizar futuros estudios sobre el estado de los arenales), se procede a la limpieza. Pero los trabajos no acaban aquí, porque los residuos recogidos son clasificados para su posterior puesta en valor.
“Antes costaba mucho más hacer entender a la gente el problema [de la contaminación marina], pero ahora todo el mundo está más informado”, señala Gastón Cedrone, responsable de marketing y patrocinio de Ecomar. “En especial los niños voluntarios se involucran mucho y se lo pasan muy bien, pues aprenden sobre el terreno. Además, ya tienen conocimientos de reciclaje porque en los colegios tienen talleres de ecología. Se ha notado un gran cambio en la concienciación general en los últimos años”, agrega.
Debido a su localización, normalmente muy cerca de la costa, en las reservas marinas -espacios en los que se restringe la pesca para preservar la fauna- se acumulan tanto los residuos que llegan directamente de la tierra como aquellos que arrastran las corrientes marinas. Todo esto tiene un impacto importante en los ecosistemas y las especies que los habitan, como cetáceos, tortugas y aves marinas.
Es por ello que, en el marco de Mares Circulares, Chelonia colabora con el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación en el mantenimiento y la conservación de las 11 reservas marinas de España, así como de un espacio natural en Portugal, localizado en Azores. A ellos se suman otras 10 áreas protegidas, pertenecientes a la Red Natura 2000. El objetivo para 2020 era intervenir de nuevo en estos espacios, lo que se prevé que pueda hacerse en los próximos meses.
Dado que son áreas a las que se aplica una legislación especial y restrictiva, es la administración la que establece qué acciones pueden llevarse a cabo en cada una de ellas. Como denominador común, en todas se realizan tareas de limpieza con buzos y marineros voluntarios que colaboraron con barcos pesqueros de pequeño calado.
Aunque una parte de los residuos marinos acaba regresando a la tierra, otra se queda flotando en medio del océano y, desafortunadamente, el mayor porcentaje termina acumulándose en el fondo del agua, donde es más difícil llegar hasta ellos. Allí quedan enterrados y se desintegran, convirtiéndose en microplásticos, o vuelven a asomar a la superficie al quedar enganchados a las redes de los pescadores.
Mares Circulares trabaja con cofradías pesqueras de España y Portugal para que los barcos, en lugar de devolver al mar los residuos que quedan atrapados en sus redes, los lleven a tierra.
Pese a la COVID-19, en la tercera edición del proyecto la asociación Vertidos Cero consiguió la implicación de 104 barcos -todos ellos voluntarios- de cofradías de 15 puertos de España y Portugal. Y es que la mayoría de embarcaciones que colaboran en Mares Circulares pudieron seguir saliendo a faenar pese al estado de alarma y las limitaciones impuestas a la movilidad.
Para pescar residuos, a todos estos barcos se les facilitó un sistema de almacenaje a bordo en función del navío y del tipo de pesca que desarrollan. La tripulación recibió información previa para que, en sus labores diarias, integraran las tareas de recogida y separación de los desechos.
El objetivo final es aumentar la concienciación de la flota y su implicación en la extracción de las basuras depositadas en el fondo. Así, se colaboró con asociaciones de pescadores de las cinco demarcaciones marinas de la Península Ibérica: la noratlántica, la levantino-balear, la del Estrecho y Alborán, la sudatlántica y el Atlántico portugués.
Por último, el personal de Vertidos Cero esperó en tierra para la gestión final de los residuos. “Allí los recogemos, analizamos y vemos cómo se pueden reciclar”, explica la directora de proyectos de Vertidos Cero, Estíbaliz López-Samaniego, para quien hay que valorizar el residuo como recurso.
Para ello, según apunta, son necesarios más datos sobre la basura marina en las profundidades. “Hay que tener en cuenta que el 70% de los residuos presentes en el mar está en los fondos. Y no sabemos ni dónde se acumula, ni en qué condiciones está”.
En todos estos trabajos de limpieza de fondos marinos, espacios protegidos y playas, se han conseguido recoger, a lo largo de estos tres años, 1.157 toneladas de residuos.
Unas labores de limpieza que se compaginan en cada edición con un programa de sensibilización ambiental, que incluye charlas en centros educativos, ayuntamientos y en las fábricas de Coca‑Cola, así como talleres de reciclaje y economía circular en algunas de las playas más concurridas de España y Portugal. Formaciones presenciales dirigidas a jóvenes y adultos que, en el contexto actual, se están celebrando en formato digital, lo que, por otro lado, permite llegar a más personas.
Y es que solo generando conciencia sobre el problema de la contaminación marina, colillas, latas, papeles y botellas dejarán de tirarse al suelo y, por ende, al mar. Entonces, voluntarios, ONG ambientales, buzos y pescadores concienciados como los participantes en Mares Circulares no tendrán de qué preocuparse, pues ya no habrá nada que limpiar.
Proyecto cofinanciado por The Coca-Cola Foundation
Última actualización: 09/06/2021