Frente al actual sistema lineal de producción, en el que la ecuación reinante es extraer, fabricar, consumir y desechar, la economía circular propone reducir el uso de materias primas, así como reciclar y reutilizar, entre otras erres. En este modelo de crecimiento, nada se pierde y todo se transforma, pues todos los materiales y bienes de la cadena productiva sirven para alimentar otros ciclos de uso y producción, y así sucesivamente.
La economía circular es una alternativa sostenible al actual sistema lineal que, con unos recursos naturales limitados y una población mundial en crecimiento exponencial, no podremos mantener por mucho tiempo. Es más, la recuperación de la crisis desatada por el coronavirus representa toda una oportunidad para encaminarnos hacia ella.
Desde hace años, Coca-Cola trata de liderar el cambio hacia este modelo de crecimiento sostenible y en los últimos tiempos, con motivo de la pandemia, ha reforzado su compromiso en este sentido. Así, fue uno de los firmantes de declaraciones como Green Recovery, promovida por la Unión Europea, para instar a gobiernos y agentes sociales a incluir en sus planes de recuperación pos-COVID medidas para acelerar la transición hacia una economía verde. También se unió a Build Back Better, junto a WWF Internacional, el Foro Económico Mundial o la Fundación Ellen MacArthur, entre muchos otros, en apoyo de la economía circular.
En su día a día, Coca-Cola aplica la economía circular en las áreas que tienen que ver con su negocio, como envases, agua, emisiones y cadena de suministro, que son a su vez algunos de los ejes fundamentales de su estrategia de sostenibilidad Avanzamos.
No hay economía circular sin envases más sostenibles, y Coca-Cola en España se sitúa a la vanguardia en este ámbito. ¿Cómo? Al incorporar el ecodiseño en la concepción y fabricación de sus envases. De este modo, en los últimos años ha conseguido aligerar el peso de las latas y botellas, así como incrementar la cantidad de material reciclado, para emplear menos recursos y hacer ajustes en sus envases para facilitar su reciclaje.
Traducido a cifras: el 99,7% de las latas y botellas son reciclables y, además, todas contienen materiales reciclados o de fuentes orgánicas. Así, los envases de plástico contienen un 28,3% de plástico reciclado (rPET), con el compromiso de que esa cifra ascienda al 50% en 2022. Es más, las botellas de la marca de agua Glacéau Smartwater ya están fabricadas con plástico 100% reciclado y las de las bebidas no carbonatadas y zumos contienen un 50% de rPET.
Y si en 2009 Coca-Cola fue la primera compañía en comercializar una botella PET totalmente reciclable y fabricada hasta en un 30% con materiales de origen vegetal, en 2019, 10 años después, presentaba la primera botella elaborada con plástico reciclado procedente de basura marina. Un año después, anunciaba el desarrollo de un primer prototipo de botella hecha de papel, un material renovable, fácilmente reciclable y biodegradable.
Además, con sus clientes del canal Horeca (hostelería y restauración) fomenta el uso del envase de vidrio rellenable, que se puede utilizar unas 25 veces de media durante su vida útil, en una apuesta clara por la reutilización. Y se ha propuesto eliminar todo el plástico innecesario de un solo uso utilizado para agrupar los envases o envolverlos, sustituyéndolo por cartón reciclable.
La economía circular va más allá de una cuestión de innovación en nuevos materiales y envases más respetuosos con el entorno; implica también la recogida de residuos y la educación y sensibilización ambiental. Precisamente, para evitar que los envases que no se depositan en el contenedor acaben en los mares, Coca-Cola se ha propuesto recoger el equivalente al 100% de los envases que comercialice para 2025 en Europa Occidental.
Dentro de este compromiso, en 2018 Coca-Cola en España puso en marcha el proyecto Mares Circulares, que desde entonces cada año limpia decenas de playas de España y Portugal, contribuye a la conservación de espacios protegidos y extrae residuos de las profundidades marinas gracias a la ayuda de decenas de barcos pesqueros de puertos españoles y portugueses. Residuos que se separan y clasifican para su posterior reciclaje.
Asimismo, el programa incluye la realización de talleres y charlas en playas, colegios, ayuntamientos y fábricas de Coca-Cola de nuestro país para promover la sensibilización ciudadana sobre el problema de la contaminación marina. También la recogida de datos científicos y el apoyo a investigaciones e iniciativas emprendedoras que buscan soluciones a este desafío.
Complementariamente, y con el fin de movilizar a la hostelería contra el cambio climático y contribuir a que sea un sector más sostenible, Coca-Cola en España, en el marco de la iniciativa Comunidad #PorElClima, puso en marcha en 2017 la plataforma Hostelería #PorElClima. Con ella, además de crear conciencia ambiental entre los dueños de bares y restaurantes, da visibilidad a los más comprometidos con el medio ambiente.
Siguiendo toda esta lógica redonda, Coca-Cola en España también trata de reducir las emisiones en la producción y distribución de sus bebidas, y garantizar una cadena de suministro responsable.
De este modo, hace un uso eficiente de la electricidad en sus plantas y oficinas centrales. No solo usando energía verde -el 100% de la electricidad procede de fuentes renovables- y produciendo su propia energía eléctrica a través de paneles solares, sino con la sustitución de equipos por otros de nueva generación.
Con medidas así, en 2021 Coca‑Cola consiguió reducir un 45,8% las emisiones de gases de efecto invernadero en toda su cadena de valor con respecto a 2010, pero aún queda mucho por hacer. Por eso, ahora redobla sus esfuerzos y se ha propuesto rebajar esas emisiones un 30% para 2030 con respecto a 2019 y alcanzar la neutralidad en carbono en 2040. Unos objetivos aprobados por la Science Based Targets Initiative (SBTi) y en línea con el Acuerdo de París, que persigue limitar el calentamiento global a 1,5 ̊ C.
En cuanto a su cadena de suministro, Coca‑Cola trata de asegurarse de que es igualmente respetuosa con el medio ambiente y las personas, lo que llevó a la compañía a adquirir el compromiso de que el 100% de sus principales ingredientes agrícolas y materias primas procedan de recursos sostenibles.
En 2021, el 100% del azúcar, el papel y la pulpa de papel que utilizó Coca‑Cola en España se obtuvieron de proveedores que cumplieron con sus Principios de Agricultura Sostenible.
Este pensamiento circular se refleja especialmente en la gestión de un recurso natural como el agua, el más importante para Coca-Cola y clave para los ecosistemas y las comunidades en las que opera. Así, para preservarlo, además de implementar planes de protección de las fuentes de agua en todas sus plantas, repone a la naturaleza cada año el equivalente al 100% del agua contenida en sus bebidas para compensar su huella hídrica. Y lo hace a través de diversos proyectos medioambientales en zonas de alto valor ecológico.
En 2015, cinco años antes de lo previsto, Coca-Cola logró cumplir esta meta a nivel global, convirtiéndose en la primera empresa de la lista Fortune en alcanzar un objetivo de reabastecimiento de agua tan relevante.
A nivel local, en 2021 Coca‑Cola en España repuso a la naturaleza 3.669 millones de litros de agua, el 242,3% en zonas con estrés hídrico.
En la actualidad, somos casi 8.000 millones de habitantes en el mundo y, según la ONU, en 2050 seremos 9.700 millones. La demanda de recursos aumentará, pero no así la oferta, más si consideramos que la mayor parte de lo que se produce hoy, se desecha. Ante este panorama, la economía circular se presenta como una solución a un modelo de producción y consumo que tiene fecha de caducidad.
Coca-Cola encabeza la ruta hacia este modelo sostenible y utiliza su liderazgo y la fuerza de sus marcas para lograr que otras empresas y consumidores se unan a ella y juntos avancemos hacia esta transformación que vela por la salud del planeta y, por ende, de las personas.
Última actualización: 30/06/2022