28/10/2020
La empresa asturiana Semillas del Cantábrico está trabajando en un robot que permite filtrar el agua para reducir la presencia de plásticos en el mar. Un proyecto esperanzador que Coca-Cola apoya como parte de su programa Mares Circulares, que, además de limpiar costas y fondos marinos, y sensibilizar sobre el reciclaje, respalda la innovación y la investigación científica para la búsqueda de soluciones al creciente problema de la contaminación marina.
El prototipo del robot, llamado Clean Dock, ya fue probado en 2019 en el Puerto de Gijón, y volvió este agosto al mismo recinto portuario para testarse las mejoras incorporadas. Recoge todo tipo de suciedad del mar, incluidos macroplásticos, aunque está enfocado especialmente a los microplásticos. Estos últimos, de un tamaño inferior a los cinco milímetros y fácilmente ingeribles, son los más peligrosos para la fauna marina, lo que entraña también riesgos para la salud humana.
El aparato, que mide seis metros de largo por dos de ancho, cuenta con unas placas solares instaladas en la parte superior que le permiten funcionar de forma autónoma, lo que, según sus desarrolladores, hace posible su uso 24 horas todos los días del año siempre que las condiciones metereológicas sean favorables.
La plataforma tiene un sistema de filtración que recoge agua de mar justo por debajo de la superficie, en el primer metro de profundidad, retirando los plásticos contaminantes, que se acumulan en un depósito para su posterior extracción. Se trata de una succión suave, de modo que no afecta ni a las algas ni a la fauna marina.
De construcción modular, lo que facilita su instalación y replicabilidad en otros lugares, este robot puede filtrar 120 litros de agua por minuto, aunque su capacidad de recogida de residuos depende mucho de la zona en la que trabaje.
Durante sus trabajos en el Puerto de Gijón, de aproximadamente un mes de duración, el prototipo Clean Dock resultó ser eficaz a la hora de recoger los residuos de hasta un metro de profundidad acumulados en las dársenas portuarias. De este modo, puede ser de gran ayuda para eliminar basura marina antes de que llegue a alta mar, donde su recolección es más costosa.
En cuanto a los residuos encontrados, en el apartado de macroplásticos destacaron las piezas de entre 2,5 cm y 50 cm, así como las bolsas plásticas (de la compra, comida, congelados), seguramente relacionadas con la actividad humana cercana. Respecto a los microplásticos, abundaron los clasificados como "fragmentos", "fibras" y "esponjas", es decir, microplásticos secundarios, derivados de la degradación de objetos plásticos de mayor tamaño.
Clean Dock también permitió sensibilizar a los viandantes del paseo marítimo de Gijón que mostraron interés por su funcionamiento sobre la inaceptable cantidad de basura que acaba en el mar.
Además, los datos recabados tras el análisis exhaustivo de los residuos recogidos servirán de apoyo a estudios científicos, sobre todo a los que se enfocan en los microplásticos, unos auténticos desconocidos hasta hace solo unos años y en los que se centran últimamente cada vez más investigaciones.
En esta línea, cada año desde 2018 Mares Circulares recoge datos científicos y los pone a disposición de los investigadores para avanzar en la solución al problema de la contaminación marina. Lo hace con la monitorización de las playas y el análisis de los residuos recogidos en los fondos marinos en colaboración con cofradías pesqueras de España y Portugal. Además, en cada campaña impulsa tres nuevos estudios científicos y una iniciativa empresarial que aporten innovaciones en la lucha contra la basura marina a través del concurso Mares Circulares.