A partir de los años 50 empezaron a construirse por todo el país edificios de grandes cristaleras por los que desfilaban a toda velocidad botellas de
No era para menos. En 1965, la planta de Casbega, en Madrid, tenía capacidad para embotellar hasta 60.000 botellas a la hora. Animada por el entusiasmo que mostraban los vecinos de los lugares en los que se ubicaban las plantas, Coca-Cola en España comenzó una tradición que dura hasta hoy: la de las visitas a sus fábricas.
El público más entusiasta
Las visitas de los vecinos y los familiares de los trabajadores ocuparon los primeros años, pero enseguida llegó un momento en el que se extendió la invitación a conocer las instalaciones de
Como no podría ser de otro modo, los más animados eran siempre los niños. “En aquella época ir a la fábrica de
“Me impactó tanto la primera vez que casi recuerdo más la visita como alumno que como maestro”, confiesa. En su colegio la salida a la fábrica de
La planta de embotellado, clara favorita
La visita a la fábrica empezaba en una sala en la que se hacía una introducción acerca de la marca y se explicaba cómo se preparaba la bebida. Pero rápidamente se pasaba a la acción: normalmente en fila india, los niños (o adultos) iban recorriendo las diferentes partes de la instalación, como el laboratorio, la planta de embotellado o el almacén. En algunas fábricas, como la de A Coruña, los visitantes se vestían prácticamente como los trabajadores, con una bata blanca y un gorrito de papel.
“Nos habían contado desde fuera cómo era el funcionamiento de la fábrica y el diseño del exterior. Luego, dentro, nos explicaban el proceso de elaboración y nos enseñaban aquellos tremendos tanques donde se mezclaba todo. Y al final veíamos las máquinas por las que pasaban las botellas, se llenaban y se les ponía la chapa. Era alucinante”, recuerda Manuel.
Sin duda, lo que más impresionaba a niños y adultos era la planta de embotellado. Y es que el proceso en el que se llenaban tantas botellas por minuto era digno de ver. Pedro Martínez visitó la fábrica situada en el barrio barcelonés de Sant Martí alrededor de 1971, cuando tenía unos 10 años. “No recuerdo exactamente la fecha, pero sí la planta de embotellado. La máquina iba echando
Coca-Cola, en ocasiones especiales
Como parte de la infinita curiosidad de los niños, “la pregunta del millón siempre era: ‘¿cuál es la receta de
Para un niño de los años 60 y 70, el mundo de
Puertas abiertas
Sobre todo en las primeras décadas, las fábricas de
Fueron también de las primeras fábricas que empezaron a abrir sus puertas al público. Esta era una posibilidad muy interesante especialmente para los colegios, pues permitían a los alumnos conocer de cerca cómo eran por dentro y su funcionamiento.
“Lo que más nos llamaba la atención era cómo las botellas salían a toda pastilla, cómo se llenaban y se les ponía la chapa. Era la primera vez que veíamos un proceso industrial”, apunta Manuel.“Nos gustaba descubrir cómo se hacía aquello que veíamos en las tiendas de barrio”, explica. “En aquella época en Lugo, donde yo vivía, no había grandes superficies como las de hoy; todo era mucho más cercano”.
Las visitas, hoy
Hoy en día,
Lo que no ha cambiado es el final de la ruta. Tras cada visita, los invitados acaban saboreando una
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