Hasta la misma mañana en que empezaba uno de los campus de GIRA Jóvenes 2016, Crístofer estuvo llamando a amigos y amigos de sus amigos para que no se perdieran el módulo más conocido de este proyecto de
A este joven de 22 años su paso por el campus en 2015 le “abrió la mente” -“me ayudó a enfocarme en lo que realmente quería, a soltarme ante los demás; en una palabra, a ser más yo”, dice-. Y deseoso de encontrar por primera vez un trabajo, tuvo la oportunidad de disfrutar de una de las experiencias laborales que el proyecto ofrece. Durante cuatro meses trabajó como oficial de maquinaria en el Teatro Real de Madrid. “Fue un aprendizaje a todos los niveles que me abrió puertas para poder dedicarme a lo que me gusta, que es estar de cara al público”, señala. Hoy, trata con la gente y la asesora como dependiente de la sección de Electrodomésticos de una gran empresa de equipamiento del hogar.
Su excelente actitud y ganas –las mismas que quizás le hayan hecho conseguir este puesto- le llevaron a ser nombrado en 2016 uno de los primeros embajadores de GIRA Jóvenes para ayudar a los participantes “a que esta aventura sea más fácil y apasionante”.
El despertar de una “vocación dormida”
La de Crístofer es solo una de las muchas historias esperanzadoras de los chicos y chicas que se han sumado a esta iniciativa, que echó a andar en 2012. Es el caso de la de Génesis, a quien su “vocación dormida”, el diseño de moda, se le despertó entre bambalinas, en otra de las experiencias laborales del proyecto, la que tuvo en el departamento de Comunicación y Marketing de los Teatros del Canal de Madrid en 2014. “Muchos más jóvenes deberían tener una oportunidad como la mía porque, de no ser por ella, igual no habría descubierto mi pasión. Es una ventana, una salida al futuro”, afirma.
Tras diferentes empleos, algunos relacionados con el mundo de la moda, esta joven de 24 años, gran amante también de la comunicación y el marketing, se ha lanzado a emprender. En noviembre próximo tiene previsto presentar su propia marca de moda, de la que prefiere no adelantar detalles. “Solo diré que no es nada convencional, aunque, eso sí, muy juvenil”.
Pensar en positivo
Llegar a ser encargado de camarero cuando uno parte de una situación personal especialmente complicada tiene más mérito si cabe. Es el puesto que Manuel ocupa desde 2014. Este chico de 24 años estaba estudiando un Grado Medio en la Escuela Superior de Hostelería y Turismo de Madrid cuando decidió participar en GIRA Jóvenes como vía para encontrar una salida profesional. En la “familia que no tenía”, confiesa, se convirtieron en 2013 sus compañeros del Bar Escuela
Tras tres meses de prácticas, su buen desempeño le llevó a trabajar en dos locales de la franquicia Lizarrán en Madrid, hasta obtener un contrato indefinido en otro de ellos, donde está actualmente, junto a otros dos chicos del Bar Escuela. “Hemos creado una red de apoyo entre todos los que estuvimos allí que es increíble”, se felicita.
Manuel, que no terminó el Grado Medio y estudia inglés para manejarse mejor con los turistas, cree que su punto fuerte es la “simpatía” –“se me da muy bien el trato con el público, tengo mucha labia”, asegura-. Pero, sobre todo, lo que le ha llevado hasta aquí es “mucha actitud, esperanza y ganas”. Lo explica: “Cuando no tenía nada, siempre pensaba en positivo. ‘Venga, ánimo’, me decía. ‘Esto te va a servir para aprender, vas a encontrar trabajo’. Y, afortunadamente, así ha sido”.
Una doble perspectiva
El caso de Aroha es uno de los muchos en GIRA Jóvenes de retorno a los estudios. Tras terminar el Bachillerato, aprobar las pruebas de acceso a la universidad y estudiar un Grado Superior de Administración y Finanzas, llegó a GIRA Jóvenes a través de la Fundación Tomillo, una de las entidades sociales participantes en el proyecto, que ofrecía cursos de gestión administrativa y contabilidad.
Aroha fue parte de la organización de la gira de Pablo Alborán de 2012. “No me lo pasaré nunca tan bien en un trabajo como en aquel”, recuerda. Esta joven de 28 años, que sigue en contacto con algunos de sus compañeros, se lleva “la magnífica experiencia de haber visto los conciertos desde dentro: el esfuerzo que hay detrás, el compañerismo, el trabajo en equipo, el conocer al artista en la distancia corta…”.
Buscando una estabilidad laboral que no encontraba con los diversos empleos que iba encadenando, Aroha decidió en 2012 comenzar la carrera de Relaciones Laborales y Recursos Humanos, que ha compatibilizado con el trabajo. “Siempre he necesitado pagarme los estudios”, asevera.
A falta del proyecto fin de grado, cubre ahora una baja por maternidad en el departamento de Recursos Humanos de una empresa de mantenimiento ferroviario en la que entró como becaria. Ahora es ella la que hace las entrevistas de trabajo. “Desde el otro lado se ve rápido a la gente que tiene ganas, aunque esto no son matemáticas y a veces puedes equivocarte”, comenta. Lo que más tiene en cuenta de los candidatos es precisamente eso, “su afán por implicarse” en el proyecto. “Creo que lo que más valoraban de mí los reclutadores es lo que luego tú acabas buscando en los demás”, reflexiona.
Planificando el futuro
GIRA Jóvenes se extendió el año pasado a Sevilla. Allí vive Eduardo, que acaba de estrenar la mayoría de edad con las cosas mucho más claras. Tras viajar a Madrid para participar en el campus, hizo su primera incursión laboral gracias a GIRA Jóvenes como auxiliar de técnico de sonido en el espectáculo Mapping Sevilla de 2016. “Me sirvió para centrarme en saber qué quiero y planificar un poco el futuro”, apunta.
Durante la experiencia, empezó a picarle el gusanillo de la electricidad y acaba de terminar un curso sobre esta rama que incluía prácticas en una empresa. Tanto le ha gustado, que en unos días comenzará un Grado Medio de Electricidad.
Eduardo llegó a GIRA Jóvenes repitiendo 2º de ESO y, ante la insistencia de sus tutores en la importancia de la formación para encontrar empleo, obtuvo el título tras matricularse en la Educación Secundaria de Adultos (ESA).
“¿No puede ser más lejos?”
Sevillano es también José Manuel, que por las mañanas ayuda a sus padres, pastores de ovejas, y dado lo “sacrificado que es”, por las tardes se saca el carné de conducir y mira cursillos y ofertas de trabajo para “ver si sale algo”, aunque su mirada siempre está puesta en el aeropuerto de Sevilla, donde le encantaría trabajar.
Este joven de simpático gracejo andaluz confiesa que cada vez que GIRA le ha sacado de Sevilla –para viajar al campus, cuando su “vergüenza no cabía en la maleta”, y trabajar en la organización del
Tan distinto se nota, que él mismo reconoce que si le hubieran dicho al principio que se fuera a trabajar a Málaga, le habría parecido que era como irse a la Conchinchina. Y ahora recuerda riendo: “Cuando me contactaron este verano para que fuera al CCME On The Beach de la playa de la Misericordia, les dije bromeando que eso estaba demasiado cerca, que si no podía ser más lejos”.
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