La botella Contour de Coca-Cola es un icono global.

La botella Contour

La historia de la botella más icónica de Coca‑Cola

El diseño único de la botella de Coca‑Cola tiene su propio nombre: Contour. Así es como se llama uno de los iconos más reconocibles de la marca, que la ha acompañado desde 1916.

Una historia de éxito en la que la inconfundible forma de la botella no se puede separar del inconfundible líquido que lleva dentro y que, como la de todos los grandes mitos, resulta fascinante. ¿La repasamos?

Una botella diferente para acabar con la confusión

Todo comienza en el año 1915. Coca‑Cola lleva embotellando su popular refresco desde el cambio de siglo, y cuenta ya con más de 1.200 acuerdos a lo largo y ancho de Estados Unidos. Sin embargo, a punto de cumplirse 30 años desde que en 1886 comenzara a venderse por cinco centavos en una farmacia de Atlanta, la compañía se enfrenta a un importante reto: los imitadores.

La botella Contour nació para ser diferente porque resultaba complicado distinguir Coca‑Cola de la competencia antes de dar el primer sorbo

A pesar de los intentos de evitar la confusión de los consumidores con la introducción de una etiqueta con forma de diamante en 1906, en esa época existían en el mercado una gran variedad de bebidas con nombres similares nacidas al calor del éxito de Coca‑Cola: Koka-Nola, Ma Coca-Co, Toka-Cola, Koke… que incluso utilizaban logotipos y etiquetas parecidos.

Esta botella única lleva acompañando a la marca Coca‑Cola desde 1916.

Por si eso no fuera suficiente, las botellas antiguas de Coca‑Cola, de líneas rectas, se vendían habitualmente refrigeradas en barreños de agua fría, por lo que las etiquetas se despegaban fácilmente y, como esas botellas eran todas muy parecidas (y cada embotellador usaba una diferente), resultaba complicado distinguir Coca‑Cola de la competencia antes de dar el primer sorbo.

La solución que encontraron los directivos de Coca‑Cola fue una que cambió para siempre la forma de beber: lanzar una botella inconfundible. Así lo expresaba Harold Kirsch, el abogado principal de The Coca‑Cola Company, en una convención de embotelladores en 1914:

No estamos construyendo Coca‑Cola solo para hoy. Estamos construyendo Coca‑Cola para siempre, y esperamos que Coca‑Cola sea la bebida nacional hasta el fin de los tiempos. Los directivos de vuestras compañías (refiriéndose a las empresas embotelladoras) están haciendo todo lo posible a su alcance para crear una botella que podamos adoptar como nuestro propio retoño, y cuando esa botella sea implantada, os pediría que no tuvierais en consideración el coste inmediato que ese cambio implique, sino que recordéis que con esta botella estaréis estableciendo vuestros propios derechos.

Una botella reconocible en la oscuridad

La botella Contour tal y como se diseñó originalmente (izquierda) y tras su estilización para producirla en masa.

Así, en abril de 1915, la Asociación de Embotelladores de Coca‑Cola decidió invertir 500 dólares (que en la época era mucho dinero) en el desarrollo de una botella sin parangón. Se contactó en total con 10 empresas cristaleras, a las que se propuso un reto tan sencillo en su exposición como complejo en su ejecución: “crear una botella tan inconfundible que se pudiera reconocer por su tacto en la oscuridad o incluso rota en el suelo”. Además, no debía llevar etiquetas, pues estas podían desprenderse.

El reto era crear una botella que se pudiera distinguir por el tacto en la oscuridad e incluso en el suelo hecha añicos

Siete meses después, el 16 de noviembre de 1915, la Root Glass Company de Terre Haute (Indiana) registraba la nueva botella, el primer envase patentado del mundo. Su diseño, creado por un equipo en el que participaron C.J y William Root (los dueños), el sueco Alexander Samuelson (el jefe de taller) y los empleados Earl Dean y Clyde Edwards, estaba inspirado en las formas de una vaina de cacao, ovalada y con unos surcos muy característicos. Esta botella cumplía todos los requisitos: tenía una forma única, era fácil de agarrar y el logo de Coca‑Cola estaba integrado en el propio envase con un sobrerrelieve del vidrio.

El sueco Alexander Samuelson diseñó la botella Contour.

El diseño propuesto por Samuelson fue el claro vencedor cuando directivos de Coca‑Cola y las compañías embotelladoras se reunieron a principios de 1916 para escoger la botella que usarían a partir de entonces, aunque se acordó que las formas se estilizarían ligeramente para facilitar la producción, dando lugar al diseño que todos conocemos y reconocemos hoy.

La botella entró en producción durante ese mismo año, pero su expansión fue gradual en todo el país, debido a que para los embotelladores cambiar de envase suponía una gran inversión, y no fue hasta finales de la década que la mayor parte la habían adoptado. 

Un éxito económico, pero también cultural

La botella Contour fue un éxito de ventas tras su lanzamiento.

La introducción de la botella Contour supuso todo un éxito para Coca‑Cola, que gracias a ese movimiento consiguió que su producto fuera no solo muy complicado de imitar, sino que además fuera reconocido casi inmediatamente por el consumidor, que distinguiría una botella de Coca‑Cola al instante por sus curvas, el tacto del logo en relieve o el color verde del vidrio, denominado “verde Georgia” en homenaje al Estado natal de la compañía. Gracias a esta nueva botella, en 1928 las ventas de Coca‑Cola embotellada superaron por primera vez a las de surtidor.

El diseño único de la botella Contour la hizo muy difícil de imitar y la convirtió rápidamente en un símbolo que ha acabado marcando una influencia en el arte, el diseño y la cultura pop

Pero eso no es todo, dada su gran aceptación, la botella Contour pronto comenzó a permear en la cultura popular. Durante sus primeros años de existencia se la conoció como “hobbleskirt”, un tipo de prenda muy popular a principios del siglo XX, una falda que se estrechaba a la altura de las espinillas, para luego ensancharse de nuevo, creando una forma similar a la de la botella.

También se la llamaba “Mae West”, comparando sus curvas con las de la voluptuosa actriz, mientras que la primera referencia al nombre “contour” (que significa figura, contorno) la encontramos en la revista francesa La Monde en 1925.

Esta botella que nació para luchar contra los imitadores ha acabado convirtiéndose en un icono contemporáneo.

Su influencia en la cultura ha sido tal que muchos artistas la han incorporado en sus obras. El primero fue el español Salvador Dalí, en su Poetry of America de 1943, al que siguieron otros como Paolozzi o Rauschenberg. Sin embargo, el impulsor de la botella Contour como icono del pop art fue Andy Warhol, quien la utilizó en su exposición The Grocery Store, junto a otros de sus motivos principales como las latas de sopa Campbell’s.

En 1950 apareció en la portada de la revista Time, convirtiéndose en el primer producto comercial en hacerlo. Originalmente, la revista quería a Robert Woodruff, CEO de la compañía en aquel momento, pero él se negó, argumentando que la marca era más importante y que esta debía ser la protagonista.

Leyendas como Elvis Presley o Marylin Monroe han posado con este icono del consumo y del arte

Pocos han podido evitar sucumbir a sus encantos y muchas leyendas del mundo del cine, de la música, incluso de la ciencia o la política, han posado con la botella. Marilyn Monroe, Elvis Presley o Ray Charles fueron besados por este símbolo del consumo y del arte.

Una botella que deja ‘marca’ 

En 1977, la Oficina Estadounidense de Patentes y Marcas admitió su registro como marca, un hecho excepcional que solo se ha producido con unos pocos envases a lo largo de la historia.

Además, en mayo de 2008 fue reconocida como marca tridimensional en Japón, siendo la primera vez que se admitía simplemente una forma como marca, sin logotipo que la acompañase.

La botella Contour de Coca‑Cola, más viva que nunca

Ha llovido mucho desde 1915, pero la botella Contour es un clásico que ha sabido evolucionar con los tiempos, no perdiendo ni un ápice de vigencia.

Esta es la apasionante historia de una botella que nació para ser única y ayudar a luchar contra los imitadores, y que ha acabado convirtiéndose en un icono de nuestro tiempo y en una muestra de que el diseño industrial moderno puede crear piezas de arte que responden a la vez a una necesidad. El diseñador industrial Raymond Loewy la describió como “una obra maestra de planificación funcional y científica”, y “uno de los clásicos de la historia del packaging”.

Hoy, la botella Contour sigue más viva que nunca, evolucionando para adaptarse a los nuevos tiempos

Un clásico que no pierde vigencia y que en la actualidad está más vivo que nunca. No solo en el formato de vidrio de 6 onzas y media en el que fue creado, sino también en diferentes tamaños e incorporando técnicas sostenibles que lo aligeran, permitiendo así un ahorro significativo en vidrio. Más de un siglo después, la inigualable botella Contour de Coca‑Cola sigue evolucionando para adaptarse a los nuevos tiempos mientras conserva intacto el espíritu del primer día.  

 

Última actualización: 25/03/2020